Nos situamos ya cerca del fin de la contingencia, del aislamiento, de las cifras de contagiados y de los decesos; de lo que no podemos salir es de la incertidumbre. A casi tres meses de que se puso el freno a la economía, ya existe un listado de los negocios que tardarán meses, en el mejor de los casos, en tener un regreso completo a la oficina, en volver a lo que estaban acostumbrados antes de la aparición del COVID-19.
Para el resto de los actores del sector productivo, el regreso tampoco será fácil. Hay quienes lo comparan al esfuerzo que le costó al mundo recuperarse después de la Segunda Guerra Mundial; pero hoy, con mejor tecnología, más experiencia y un consumo globalizado, saldremos adelante.
A principios de este siglo, muchos gurús de la administración retomaron el término resiliencia o resiliente que se inventó en los sesentas, refiriéndose a las empresas y a los líderes que poseen la capacidad de adaptarse a diferentes circunstancias o bien a resolver problemas. Y es precisamente lo que vamos a necesitar.
En el regreso a la oficina, la forma de trabajar habrá cambiado para muchos; para otros, sus mercados serán diferentes o incluso habrán dejado de existir. El líder resiliente será responsable de convertir su actividad de reactiva a sustentable para regresar a su empresa al camino del progreso. Para ello, necesita cumplir dos objetivos: buscar un cambio significativo de mentalidad y generar confianza.
El primer objetivo, el cambio de mentalidad del líder resiliente, abarca cinco aspectos:
El segundo objetivo será vivir y emanar confianza, ese valor tangible que puede ser intercambiable; si se nutre, crece; si se descuida, se pierde. Hoy, más que nunca, debemos irradiar confianza con nuestra fuerza laboral, clientes, proveedores y en las relaciones personales.
La confianza es también multidimensional, se puede expresar de manera física, emocional, financiera y digital. El regreso a la presencia en la oficina será un cambio significativo para muchos, y para otros, un desafío de adaptación a un modelo híbrido o forma remota de trabajo. Volver a la oficina no será lo mismo que previo a la pandemia; para muchos, home office será parte integral de su jornada, y políticas de regreso deberán ser implementadas para asegurar un entorno seguro y productivo.
Las políticas de vuelta a la oficina deberán tomar en cuenta la necesidad de horario flexible y la creación de un espacio físico que facilite la colaboración y la satisfacción laboral. Empresas buscan ahora modelos que equilibren el trabajo remoto o híbrido con interacciones sociales y colaborando en persona en la oficina. Todo esto significa un reto para el liderazgo, que deberá adaptarse para seguir siendo efectivo en un entorno de trabajo transformado.
Realizar estos pasos no nos garantiza un regreso sin obstáculos, pero sí aumenta las posibilidades de hacerlo de manera exitosa.
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